sábado, 22 de marzo de 2008

El Tibet: Teatro de operaciones de la guerra fría


El cóctel golpista USA-UE y una "masacre" anunciada

22-Marzo-08 IAR noticias

Monje tibetano herido durante la represión

Para los corresponsales y analistas internacionales, en el teatro de operaciones tibetano todos los acontecimientos políticos y movimientos militares que se vienen sucediendo en las últimas horas conducen a una masacre (militar china) anunciada. Pero -y como siempre- omiten precisar quién es quién en el tablero (los presupuestos estratégicos del conflicto), y sólo lo presentan como un "baño de sangre", con un "represor" y un "reprimido", donde el malo de la película es China, casualmente, una de las potencias militares que, junto con Rusia, se planta frente a la hegemonía imperial del eje EEUU-Unión Europea, los "democráticos" denunciantes de la "violación de los derechos humanos" en el Tibet.

Informe especial

Para considerar a China "víctima" o "victimaria" en el Tibet, todo depende del lado de la trinchera en el que uno se ubique:

Del lado de la "rebelión de los monjes" en Tibet (como ya sucedió en Birmania, y viene sucediendo con los levantamientos en el espacio post-soviético hoy bajo influencia rusa) se encuentran Washington, la Unión Europea, la ONU y toda la parafernalia de organizaciones de "derechos humanos" controladas por la CIA, a través de las cuales el eje sionista estadounidense-europeo "legitima" denuncias internacionales y realiza operaciones diplomáticas para voltear gobiernos que no responden a su estrategia en Asia y Europa del Este.

De lado de China, se ubica el gobierno chino que se mueve dentro de una disociación funcional: Por un lado China es el paraíso de las trasnacionales capitalistas "occidentales" (que utilizan a China de "gran fábrica mundial" y de paraíso de la mano de obra esclava), y por otro, China, junto a Rusia, conforma la columna vertebral de un eje político militar que ya se presenta como un reto a la Alianza Atlántica (OTAN) no sólo en Asia Central sino en todo el continente eurasiático.

El presidente de China, Hu Jintao y su aún homólogo ruso, Vladimir Putin, observando ejercicios militares, durante las jornadas de la Organización pro Cooperación de Shanghai (OCS)

La "guerra fría"

Rusia y China, con su poderío económico creciente y su renovado sistema de armamento nuclear y convencional, vienen sellando pactos y acuerdos estratégicos que comienzan a desafiar cada vez más a la hegemonía imperial estadounidense y europea en relación con Asia, Irán, Medio Oriente y América Latina.

En agosto, repitiendo ejercicios militares conjuntos de 2005 y 2006, en el marco de la Organización pro Cooperación de Shanghai (OCS), Moscú y Beijing, reafirmaron su alianza estratégica en Asia Central. Participaron además Kadsajstán, Türkmenistán, Kirghizia, Uzbekistán y Tadyikistán.

En resumen: Las dos potencias que hoy están expuestas a los "golpes de la CIA" ("revoluciones naranja" en el área de influencia rusa, y "revolución de los monjes" en el área de influencia china), son las que más abiertamente desafían la hegemonía imperial del eje sionista Washington-Unión Europea en una disputa por áreas de influencia que los expertos denominan neo-guerra fría.

En este escenario, con el petróleo y los recursos de supervivencia en el centro, Tibet y Birmania (al igual que Ucrania, Georgia, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético) son piezas de un tablero estratégico de disputa intercapitalista (guerra fría) que tiene como protagonistas centrales al eje Rusia-China, de un lado, y al eje Washington-Unión Europea, del otro.

En este teatro de conflicto (como marco general) hay que situar lo que está sucediendo en Tibet, Birmania y Taiwan, donde la estrategia EEUU-UE arma conflictos "secesionistas o "democratizadores" para desestabilizar los intereses del gobierno chino, por un lado socio de las trasnacionales capitalistas USA-UE, y por otro, una potencia militar desafiante a la hegemonía imperial estadounidense europea.

Bush y el Dalai Lama, un empleado a cara descubierta de Washington.

Los "golpes" de la CIA

No es ningún secreto que EEUU y sus socios de la Unión Europea, utilizando la fachada de organizaciones no gubernamentales (ONGs), vienen realizando campañas desestabilizadoras y golpes de Estado (llamados "revoluciones naranja" o "golpes populares") contra gobiernos pro-rusos en el espacio post-soviético de Asia y Europa del Este.

Como ya se ha revelado a través de la historia, la maquinaria internacional EEUU-UE, durante todos esos procesos, intentó sustituir a líderes nacionalistas ex soviéticos por otros "más democráticos" aliados de "occidente", como fue el caso de Yushenko en Ucrania, cuya campaña fue alevosamente financiada y dirigida desde el Departamento de Estado norteamericano, por su propia esposa, que trabajó como asesora de Bush.

Las protestas y los movimientos de caos planificado y desestabilización callejeros tras comicios electorales (Georgia, Ucrania y Bielorrusia) fueron organizados por ONGs financiadas y dirigidas por Washington utilizando las redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) , según informes de la inteligencia rusa expuestos en el parlamento moscovita.

La maniobra fue ensayada en Georgia (2003) y Ucrania (2004) con las denominadas "revoluciones naranja" o "revoluciones de terciopelo", y otros tantos intentos se probaron con Kazajstán, Azerbaiyán, Uzbekistán y Bielorrusia, donde no pudieron obtener los resultados esperados.

En esa línea, se inscribió la "rebelión de los monjes" de septiembre pasado en Birmania (ferozmente abortada y reprimida por la junta militar birmana), en el sudeste asiático, para desestabilizar y derrocar a la junta militar aliada de Rusia y de China, utilizando, como ya se hizo en Asia y Europa del Este, "revueltas populares" que piden "democracia" y "derechos humanos" a tono con reclamos de EEUU y la Unión Europea en la ONU.

Represión militar contra manifestantes y monjes budistas en la ciudad de Lhasa.

Tibet: La "Birmania" china

Hoy le toca el turno al Tibet, donde la CIA y el Dalai Lama, un empleado a cara descubierta de Washington, ensayan otro "rebelión de los monjes" para desestabilizar al gobierno y desacreditar su imagen promoviendo denuncias en su contra (represión, "violación de los derechos humanos", etc) en el Consejo de Seguridad de la ONU controlado por Washington y la UE.

Después de fracasar en Birmania, todo indica que la "revolución de los monjes" ya ha recalado en el Tibet de la mano de la CIA y del Dalai Lama, a quien EEUU confirió en noviembre pasado la Medalla de Oro del Congreso, en presencia de Bush.

El nuevo capítulo de la "rebelión de los monjes" en Tibet se lanzó -no por casualidad- en un momento en que la mirada internacional está fija sobre China debido a la organización de los próximos Juegos Olímpicos a realizarse en ese país.

Tibet, conjuntamente con los territorios en disputa de Xinjiang y Taiwán, representan los mayores conflictos secesionistas (y el centro de las operaciones desestabilizadoras de la CIA) para los líderes chinos.

En las últimas horas, el Dalai Lama denunció reiteradamente la represión china en Tíbet como un "genocidio" y dijo que se "vive un régimen de terror".

Paralelamente, y como ya sucedió en Birmania, las cadenas mediáticas internacionales sionistas bombardean al mundo con titulares e imágenes de la represión militar contra los manifestantes y los monjes budistas.

En octubre pasado, y tal como ya sucedió en Bielorrusia y Kazajstán (donde los gobiernos pro-rusos exterminaron a sangre y fuego a los dos últimos intentos de "revolución naranja" de la CIA), la Junta Militar birmana aplastó la "revolución de los monjes" apoyada por EEUU y la UE, desoyó los llamamientos de la ONU e ignoró a su emisario, encarceló masivamente a los monjes budistas, e impuso controles férreos sobre los medios de comunicación.

Además, estrechó el cerco sobre los seguidores de la "líder de la oposición" sostenida por las ONGs (de "derechos humanos") controladas por la CIA, y sentó un precedente en el sudeste asiático: Washington y sus socios de la UE tienen vedado el ingreso y las operaciones desestabilizadoras en las áreas de influencia asiáticas de la sociedad estratégica Rusia-China, sostenedora del régimen militar que gobierna Birmania.

Y en Tibet, también como ya sucedió en Birmania, Washington y la UE ya preparan movidas contra China en el Consejo de Seguridad de la ONU y las ONGs de "derechos humanos" y el "gobierno tibetano en el exilio" (un títeres de Washington) denuncian más de mil muertos y "desaparecidos".

El gobierno chino, por su parte, retacea información (o da cifras exiguas) sobre la cantidad de muertos, pero, en realidad, lo que está sucediendo en el Tibet es una repetición, en otra escala, de la llamada "revolución de los monjes" en Birmania, exterminada a sangre y fuego por la junta militar apoyada por China.

Imagen tomada por el teléfono móvil de un estudiante que muestra una marcha a favor de los monjes tibetanos en la ciudad de Sangchun

La operación "libertad y democracia"

En una réplica de la operación internacional lanzada contra Birmania el año pasado, el viernes, Japón (el socio asiático del eje Washington-UE) urgió a China y a los dirigentes tibetanos a abrir un diálogo "sin condiciones" y el presidente polaco, Lech Kaczynski (títere de la UE y EEUU), estimó que "la apertura de un diálogo ahora adquiriría una dimensión simbólica, en particular dentro del contexto de los próximos Juegos Olímpicos en Pekín".

Por otra parte, el Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, exigió a China que dé explicaciones. “El Gobierno alemán le dice con claridad a los chinos: ¡aclaren las cosas! Queremos saber exactamente lo que ha sucedido en el Tíbet”, señaló Steinmeier en declaraciones citadas por la AFP.

Protestando por la censura a la prensa occidental en el Tibet (tal como sucedió en Birmania) el ministro afirma que la única solución al problema es el diálogo y ha exigido a China que admita periodistas en el país: “Hacer espectáculos brillantes para la televisión mientras en el propio país reina el caos, eso es algo que ya no puede funcionar hoy en día. Quien organiza unos Juegos tiene que permitir la entrada a miles de periodistas. No se puede esconder todo debajo de la alfombra”, añadió.

El Centro Tibetano para los "Derechos Humanos y la Democracia" (TCHRD) denunció el sábado que hay al menos un millar de tibetanos detenidos a raíz de los violentos disturbios de los últimos días en Tíbet y otras regiones chinas de mayoría tibetana, así como cientos de desaparecidos, al tiempo que alertó sobre que, seguramente, todos ellos se enfrentarán a "duras penas" de prisión.

Según esta organización de tibetanos en el exilio, además de las detenciones en Lhasa y en otros puntos de la Región Autónoma de Tíbet, también se han producido arrestos en otras zonas de la región tibetana, que abarca a las provincias chinas de Gansu, Qinghai y Sichuan, principalmente.

Por otra parte, los "grupos tibetanos en el exilio" (pantallas de la CIA) están promoviendo numerosas campañas de protesta a través de la red a las que instan a sumarse a ciudadanos de todo el mundo. Así, el grupo Estudiantes por un Tíbet Libre ofrece en su página web www.studentsforafreetibet.org información y links directos a varias de estas campañas.

Una de ellas consiste en enviar un correo electrónico al Comité Olímpico Internacional (COI) para pedir que, para sancionar a China por la represión y las muertes, se retire del recorrido que realizará la antorcha olímpica la Región Autónoma del Tíbet y el resto de provincias mayoritariamente tibetanas.

El eje vertebrador de la "rebelión de los monjes" tibetana, el Dalai Lama, un peón sin careta de EEUU, fue recibido por la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi, dando la pauta de que demócratas y republicanos -más allá de la guerra electoral- se encuentran unidos en la misión de hacer arder el Tibet para desestabilizar a China.

“Si la gente que ama la libertad en todo el mundo no protesta contra la opresión de China en el Tíbet, hemos perdido toda nuestra autoridad moral para hablar de derechos humanos en cualquier otro lugar del mundo”, afirmó Pelosi el viernes por la mañana, tras una reunión con el Dalai Lama en la ciudad india de Dharamshala, donde vive el líder tibetano.

Pelosi, una operadora del lobby sionista "liberal" en el Congreso, definió al Dalai Lama como la "encarnación de la no violencia" señalando que “el mundo observa” los acontecimientos en China.

“La situación en el Tíbet es un reto para la conciencia del mundo... Un reto que podemos ayudar a cumplir”, añadió Pelosi en total coincidencia con Bush y los republicanos.

Una masacre anunciada

Tropas chinas en la frontera (AP)

En las últimas horas son incesantes los rumores y versiones de que China está preparando una operación militar a gran escala en el Tibet, antes de que la rebelión se expanda y sea utilizada en su contra por EEUU y la UE en el Consejo de Seguridad de la ONU.

En términos militares y políticos estratégicos, China se encuentra ante un dilema: Si (en una réplica de Birmania) reprime a a sangre y fuego la revuelta motorizada por Washington y la UE, corre el riesgo de una condena internacional, pero si deja que la rebelión continúe corre el riesgo de un "desgaste desestabilizador" que lo obligará tarde o temprano a sofocar militarmente la protesta.

Para los expertos, el hecho de la presencia en Tibet de la "fuerza de reacción rápida" de la policía militar china, es reveladora de una inminente acción de "asalto final" contra los grupos organizadores de la revuelta.

Durante las últimas horas, la prensa internacional y sus corresponsales en la región dieron cuenta de masivos movimientos de tropas y blindados chinos que van tomando posiciones en lugares estratégicos de las ciudades tibetanas afectadas por las protestas.

Tal como sucedió con la junta militar birmana, el gobierno chino hace caso omiso de los llamamientos al diálogo con el Dalai Lama (formulados por Washington y la UE) , y una semana después de los disturbios sangrientos de Lhasa, aseguró este sábado que proseguirá la represión en el Tíbet para "aplastar" la revuelta secesionista.

El escenario birmano se recrea nuevamente en el Tibet, mientras los medios oficiales chinos llaman a reprimir militarmente el levantamiento: "China debe reprimir firmemente la conspiración destinada al sabotaje y aplastar las fuerzas tibetanas de independencia", señala el sábado en un editorial el Diario del Pueblo, el órgano del Partido Comunista Chino (PCC).

Mientras las organizaciones defensoras de los "derechos humanos" y protibetanas dicen temer olas de arrestos masivos, el Diario del Pueblo subraya que "1.300 millones de chinos, incluido el pueblo tibetano, no dejarán a nadie ni a ninguna fuerza minar la estabilidad de la región".

El periódico oficial del Partido Comunista chino llamó a las fuerzas chinas que operan en Tíbet a “aplastar” a los manifestantes que han extendido la revuelta, mientras Pekín publicaba la lista de los 21 revoltosos "más buscados".

"El objetivo de la pandilla del Dalai Lama es perturbar los Juegos Olímpicos, al pueblo y a la sociedad y dañar la unidad política del país conspirando para separar Tíbet de China", aseguró el Diario del Pueblo.

El diario oficial de Partido Comunista chino exigió a las autoridades que no cesen en su lucha contra los organizadores de las revueltas y exigió, en un editorial publicado en su edición del sábado, que se derrote y "se haga añicos el complot y las actividades de sabotaje de los independentistas tibetanos".

Según el "gobierno tibetano en el exilio", en las últimas horas se produjeron detenciones masivas y los "rebeldes" temen un asalto final del ejército chino en las próximas horas.

Para los corresponsales y analistas internacionales, en el teatro de operaciones tibetano todos los acontecimientos políticos y movimientos militares que se vienen sucediendo en las últimas horas conducen a una masacre (militar china) anunciada.

Pero -y como siempre- omiten precisar quién es quién en el tablero (los presupuestos estratégicos del conflicto), y solo lo presentan como un "baño de sangre", con un "represor" y un "reprimido", donde el malo de la película es China, casualmente, una de las potencias militares que, junto con Rusia, se planta frente a la hegemonía imperial del eje EEUU-Unión Europea, los "democráticos" denunciantes de la "violación de los derechos humanos" en el Tibet.

Analizado en todos sus componentes, Tibet es una pieza más del tablero de la "guerra fría" donde en forma progresiva las potencias centrales van delineando una tercera guerra mundial intercapitalista por la supervivencia y los recursos estratégicos que se acaban en el planeta.

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