lunes, 5 de noviembre de 2007

El tablero de Bush se desmonora, camino a la guerra

Golpe de Estado en Pakistán
Musharraf toma el poder y rompe el pacto con la democracia "contraterrorista" de Washington

Lunes 05 de Noviembre,
IAR Noticias /

En un escenario mundial dominado por la crisis y la "incertidumbre" de los mercados capitalistas, con el dólar en picada y el petróleo a punto de perforar la barrera de los US$100, con un polvorín militar a punto de estallar en la frontera turco-iraquí y una nueva escalada protagonizada por Irán en Medio Oriente, el general Pervez Musharraf le acaba de asestar un golpe mortal a la cada vez más complicada geopolítica imperial de Washington en Asia rompiendo el "pacto de gobernabilidad" que había comenzado a regir en Pakistán, una potencia nuclear aliada situada en frontera con Afganistán, sumida en un proceso de "violencia islámica" que ya superó los 500 muertos y ha convertido al país en un nuevo frente de "guerra contra el terrorismo".

El golpe de Estado perpetrado en Pakistán este fin de semana por el general Pervez Musharraf desarmó el tablero de la "democracia contraterrorista" que Washington venía construyendo con miras a legitimarlo en elecciones que consagrarían a la ex primer ministra Bhutto como el "poder complementario", con la bendición de EEUU y la Unión Europea.

El plan iba a comenzar a funcionar con el "regreso triunfal" de la corrupta ex ministra Benazir Bhutto, una pieza sumisa de Washington, que fue exportada de su exilio como parte de una operación que buscaba "lavarle la cara" a la desprestigiada dictadura militar pakistaní de Musharraf e instaurar una estrategia de combate al "terrorismo islámico" legitimada por la ONU y la Unión Europea.

Luego de exterminar con su ejército a 300 militantes islámicos en la Mezquita Roja de Islamabad, en agosto pasado, Pervez Musharraf, resolvió ratificar su alineamiento incondicional con la "guerra contraterrorista" de Washington anunciando que eliminaría el extremismo "allí donde exista".

Pero la oleada de "venganza islámica" generada por la matanza en la mezquita sumió desde entonces a Pakistán en un proceso de "afganización" indetenible que ya ha causado más 500 muertos, la mayor parte soldados del régimen.

En este escenario, Washington decidió restablecer la "imagen democrática" del país impulsando un farsesco proceso de reelección presidencial del general "contraterrorista" en el parlamento, trazado mediante un pacto de "gobernabilidad" con la oposición corrupta liderada por la ex primera ministra exiliada, Benazir Bhutto.

La operación, prolijamente trazada por el Imperio, buscaba "lavarle la cara" a la desprestigiada dictadura militar pakistaní e instaurar una estrategia de combate al "terrorismo islámico" legitimada por la ONU y la Unión Europea, socia de EEUU en el nuevo armado de "democracia contraterrorista".

El pacto entre Musharraf y Bhutto posibilitaría al primero ser nombrado nuevamente presidente sin las críticas de las potencias europeas aliadas de EEUU, mientras que a la segunda le permitiría disfrutar del cargo de primera ministra por tercera vez, con las acusaciones de corrupción que pesan sobre ella y su familia archivadas y disimuladas en el nuevo "proceso democrático" que la cuenta como principal protagonista.

Presionado por Washington, Musharraf le otorgó a la ex -primer ministra una amnistía contra los cargos de corrupción que la aguardaban en su país, mientras avanzaban los acuerdos para compartir el poder, con Bhutto participando en las elecciones que se llevarán a cabo el próximo mes de enero.

Bhutto, fue primera ministra paquistaní durante dos períodos, y en ambos ejercicios fue destituida de su cargo por corrupción, y volvió a su país luego de pasar ocho años en un exilio "autoimpuesto" donde aprovechó para cultivar sus relaciones con sus aliados (y "admiradores") de EEUU y la Unión Europea.

El tercer actor en este arreglo para "lavarle la cara" al gobierno represivo y militarista de Musharraf (y de paso ponerle un control con la primera ministra) era la Unión Europea que impulsó el retorno de Bhutto al poder ante su socio sionista en Washington, confiriéndole status "democrático" pese a su pasado vinculado a la corrupción y al lavado de dinero que la catapultó al exilio.

El acuerdo para compartir el poder suponía que Musharraf retiraba los cargos por corrupción que Bhutto tenía pendientes y que el PPP (el partido de Musharraf) no boicotearía las elecciones presidenciales.

Pero Washington y la ex primer ministra siempre insistieron en que Musharraf tenía que abandonar el mando de las fuerzas armadas, lo que lo colocaba de hecho en una situación de "presidente sin poder".

Sorpresivamente, el sábado, el general Musharraf rompió el pacto y declaró el estado de excepción en Pakistán, procediendo a la suspensión de la Constitución, al cierre de todas las emisoras de radio y televisión independientes, al despliegue de la policía y el ejército en las calles de la capital, Islamabad, y a la destitución del presidente del Tribunal Supremo, a cuyos magistrados puso bajo arresto domiciliario.

La imposición del estado de excepción significa también que los magistrados del país deberán prestar de nuevo juramento antes de reanudar sus funciones.

En un discurso a la nación, tras decretar el estado de excepción, Musharraf fundamentó su decisión en que el sistema judicial actúa en contra de los poderes Ejecutivo y Legislativo en "la lucha contra el terrorismo" y el extremismo, debilitando al Gobierno y obstaculizando la eficacia de su acción para eliminar estas amenazas.

"El terrorismo y el extremismo están en todo su apogeo", señaló el general como argumento del golpe de Estado.

"Temo que si no se actúa a tiempo, la soberanía de Pakistán estará en peligro", afirmó Musharraf, mientras en Washington y en la Unión Europea comenzaban a encenderse las luces de alarma por el golpe del general aliado que lleva la "democracia contraterrorista" a fojas cero.

Luego del golpe, la ex primera ministra Benazir Bhutto,que regresó recientemente del exilio para dirigir su partido con vistas a las próximas elecciones, se hallaba en Dubai y volvió urgentemente a su casa de Karachi, la capital financiera de Pakistán, sin que hasta ahora fuese detenida, lo que se interpreta como un "gesto" de Musharraf hacia Washington y la Unión Europea.

Bhutto regresó a Pakistán como producto de un acuerdo político con el general Musharraf, mediante el cual el dictador fue "reelegido" por el Parlamento y la ex ministra corrupta retomaría sus funciones por un tercer período, bendecida por Washington y la Unión Europea, los articuladores del pacto que situará a Pakistán en el marco de la "democracia contraterrorista".

A su vez, el acuerdo de reelección del general en el Parlamento, le servía a Washington para afianzar su control sobre Musharraf (que ya no resulta confiable a la Casa Blanca) y para instalar en el país una versión más "democratizada" de represión y persecución de grupos islámicos vinculados a Al Qaeda y a la red Talibán que actúa contra la OTAN y EEUU en Afganistán.

Tanto la Casa Blanca como la "oposición" demócrata" siempre han acusado al dictador Pervez Musharraf, de tolerar "elementos" en el ejército y los servicios de inteligencia que mantienen vínculos ideológicos y estratégicos con militantes islámicos "extremistas", principalmente con los talibanes que actúan en Afganistán.

Precisamente, Bhutto culpó a los servicios de inteligencia de Musharraf por el atentado con más de 150 muertos y 500 heridos que frustró su "regreso triunfal" a Pakistán hace dos semanas.

Musharraf, cuya presencia al frente del ejército no iba a ser ratificada por el poder judicial controlado por la oposición, actuó rompiendo el proceso "constitucional" para preservar su poder, aún arriesgando romper su alianza con Washington.

El general "contraterrorista", un aliado cada vez más "oscilante" de Washington, acorralado por la "guerra santa" y la oposición, lanzó el golpe, para neutralizar los dos frentes y controlar todo el poder.

Argumentando la necesidad de frenar al "terrorismo islamista" que sacude el país, Musharraf declaró el "estado de emergencia", amordazó a los medios de comunicación, suspendió el estado constitucional, descabezó al Tribunal Supremo e inició el domingo una ola de detenciones de políticos y periodistas opositores.

La declaración del estado de emergencia supone que la actual Asamblea Nacional, controlada por el partido de Musharraf, cuyo periodo legislativo expiraba el próximo día 15, podrá prolongar su vigencia un año más. luego de haber colocado al frente del Tribunal Supremo a Abdul Hamid Dogar, un juez adicto al gobierno.

En un discurso televisado a la nación este sábado, Musharraf declaró un "nuevo orden constitucional provisional".

Diarios locales y la ex primera ministra y líder opositora, Benazir Bhutto (que manifestó sorpresa por no ser detenida) acusaron a Musharraf de aplicar la ley marcial sin haberla declarado.

En declaraciones a la BBC Bhutto afirmó que el país se encamina a la "dictadura", y que "Los partidos políticos pedimos que se restablezca la constitución y que se celebren elecciones bajo una comisión electoral independiente".

Luego de las detenciones masivas de políticos y magistrados opositores leales a Washington y a la Unión Europea, la ex primer ministro Bhutto, llamó a la comunidad internacional a presionar a Musharraf para que "restaure la constitución" y respete el llamado a las elecciones legislativas de enero.

"Es muy importante que el general Musharraf sea presionado para que restaure la constitución, libere a los prisioneros políticos, respete el sistema judicial y convoque a elecciones bajo una comisión electa independientemente", dijo Bhutto durante su entrevista con la cadena CBS.

Bhutto indicó que "la comunidad internacional" y "nacional" deben presionar a Musharraf, a quien acusó de promover "un segundo golpe" militar en Pakistán.

En tanto Washington, cuya estrategia sufrió un duro revés con el golpe de Estado de Musharraf, dijo estar "decepcionado" y este domingo la secretaria de Estado, Condolezza Rice, advirtió que su país tendría que "reexaminar su ayuda" bilateral a Pakistán.

De cualquier manera, el tablero del acuerdo con la "democracia contraterrorista" ya fue detonado con el golpe militar de Musharraf, y aunque medien nuevas negociaciones, las relaciones del general "contraterrorista" con Washington quedaron severamente dañadas.

Y un nuevo golpe a la estrategia imperial de EEUU en la región podría sobrevenir si Musharraf, presionado por Washington, y en control de una potencia con dientes nucleares- decide cobijarse bajo el paraguas de la alianza Rusia-China-Irán, una teoría que ya andan esbozando algunos analistas de la prensa norteamericana.

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