viernes, 16 de mayo de 2008

El Caso de JFK


Las teorías conspirativas deben ser analizadas usando los principios del razonamiento científico. En el caso de JFK, la dificultad no ha sido la escasez de evidencia sino sortear la superabundancia de “evidencia” física, médica, testimonial y fotográfica conflictiva e incluso contradictoria, para determinar cuál es auténtica y cuál no. Algo califica como evidencia en relación a una hipótesis solo cuando su presencia o ausencia o su verdad o falsedad hace la diferencia en cuanto a la verdad o falsedad de dicha hipótesis. Pero la “evidencia” puede ser plantada, falsificada o fabricada para proporcionar una base falsa para el razonamiento . Se ha probado aquí que eso es verdad. Una vez que la tarea de clasificar las cosas se ha llevado a cabo, se vuelve relativamente simple hacer las inferencias apropiadas sobre el carácter general del asesinato sobre la base de lo que hemos aprendido sobre el encubrimiento.

Estudios tempranos de Harold Weisberg, Mark Lane y Sylvia Meagher, por ejemplo, establecieron que el Reporte Warren (1964) no podía sostenerse sobre la base de la evidencia disponible entonces (Weisberg 1965, Lane 1966, Meagher 1967). Según la versión oficial, un asesino solitario hizo tres disparos desde el sexto piso del Edificio del Depósito de Libros de la Escuela de Texas, acertando dos disparos. Uno de esos disparos supuestamente habría entrado por la base del cuello del Presidente, lo atravesó sin dar con ninguna estructura ósea y salió justo sobre su corbata. Luego atravesó la espalda del Gobernador John Connally quien estaba sentado en frente de él, le destrozó una costilla, salió por su pecho y lo hirió en la muñeca derecha antes de desviarse hacia su muslo izquierdo. La bala que supuestamente siguió este trayecto fue luego “encontrada” en condiciones prácticamente prístinas.

La secuencia de eventos parece tan improbable que el proyectil que causó todo este daño ha sido llamado “la bala mágica” . El saco y la camisa que tenía puestos JFK tienen agujeros de alrededor de 5 y ½ pulgadas debajo del cuello. Un diagrama de la autopsia verificado por el médico personal del Presidente muestra una herida en la misma ubicación. Un segundo diagrama preparado por un observador del FBI muestra la herida en la espalda debajo de la herida de la garganta. El certificado de defunción emitido por el médico personal del Presidente también ubica la herida a nivel de la tercera vértebra torácica, alrededor de 5 y ½ pulgadas por debajo del cuello. Incluso las fotografías tomadas durante las dramatizaciones del tiroteo muestran manchas en los dobles del Presidente en esa ubicación .

Aunque el Reporte Warren trata de sugerir que la teoría de la “bala mágica” no es indispensable para sus conclusiones, se trata de una grosera tergiversación. Una autoridad de tal envergadura como el Dr. Michael Baden, que presidió el panel forense que revisó la evidencia médica cuando el caso fue reinvestigado por el House Select Committee on Assassinations (HSCA) en 1977-78, ha remarcado que si la teoría de la “bala mágica” es falsa, entonces debería haber habido al menos seis disparos desde tres direcciones diferentes . Un aspecto particularmente perturbador de esta situación es que toda la evidencia descripta aquí no solo estaba disponible para el HSCA en 1977-78 sino que había sido discutida extensamente en aquellos libros tempranos de Weisberg, Lane y Meagher (Weisberg, 1965; Lane, 1966; Meagher 1967). El gobierno simplemente ha ignorado sus descubrimientos .

Estudios científicos recientes


Desde el lanzamiento de la película de Oliver Stone “JFK” en 1991, investigaciones sobre la evidencia del asesinato (dirigidas por los individuos más calificados que han estudiado el caso) , revelaron que las radiografías de la autopsia han sido alteradas en múltiples formas, que otro cerebro fue usado como si fuera el de JFK durante su examen, y que la película casera tomada por un espectador llamado Abraham Zapruder no solo ha sido extensamente editada sino que en realidad fue recreada re-filmando cada uno de sus cuadros (Fetzer 1998; 2000; 2003) . La película fue rehecha usando técnicas de impresión óptica y efectos especiales, que permiten combinar cualquier fondo con cualquier primer plano para crear la impresión que uno desee, e incluyó la remoción de series de cuadros que hubieran deschavado el complot, como que el conductor arrimó la limosina hacia la izquierda y se detuvo después de que comenzaron los disparos .

Las alteraciones de la evidencia médica incluyen “emparchar” un defecto masivo en la parte posterior de la cabeza causado por un disparo desde el frente, en el caso de la radiografía craneal lateral, y añadir un trozo de metal de 6.5 mm en la radiografía anterior/posterior en un intento evidente de involucrar un arma de 6.5 mm en el asesinato, que han sido expuestas por medio de estudios de densidad óptica . David W. Mantik, M.D. y Ph.D., adaptando una simple técnica de la física, ha podido probar que las radiografías de la autopsia de JFK no son auténticas, sobe la base de mediciones objetivas y experimentos repetibles. Y por comparaciones aun más simples entre las descripciones de los profesionales y experimentados médicos del Hospital Parkland sobre el daño extenso del cerebro de JFK, Robert Livingston, M.D., autoridad mundial en el cerebro humano, ha concluido que los diagramas y fotografías de un cerebro que están guardados en los Archivos Nacionales deben ser de otro cerebro que no es el de John Fitzgerald Kennedy .

La evidencia de la recreación del video de Zapruder viene de distintas fuentes, incluyendo el hecho de que el cuadro 232 fue publicado en Life con características físicamente imposibles; del hecho de que se cometió un error al introducir el cartel de la Autopista Stemmons en la versión recreada; que la “mancha” y sangre fueron añadidas al cuadro 313; que el conductor vuelve su cabeza a una velocidad demasiado rápida para ser humanamente posible; que el giro a la izquierda del Gobernador ha sido cortado de la película; que Erwin Swartz, asociado de Abraham Zapruder declaró haber visto sangre y sesos que volaron hacia atrás y hacia la izquierda cuando vio el film original; que varios agentes del Servicio Secreto vieron sesos y sangre en el baúl de la limosina; que otras personas han visto otra versión más completa y distinta del film; y que Homer McMahon, experto del Centro Nacional de Interpretación Fotográfica, estudió otro film muy diferente esa misma noche .

Otra evidencia que ha estado disponible hace tiempo para estudiosos serios de la muerte de JFK incluye múltiples indicaciones de la complicidad del Servicio Secreto en tenderle la trampa para el ataque . No se sellaron las tapas de las alcantarillas; no se cubrieron las ventanas abiertas; las motocicletas estaban ubicadas en una formación no protectora; no había agentes en la limosina; se utilizó una ruta impropia, incluyendo un giro de más de 90º; los vehículos estaban en una secuencia impropia; la limosina bajó la velocidad hasta casi detenerse en Houston y Elm; la limosina efectivamente se detuvo luego de que empezaran los disparos; los agentes no respondieron; se limpiaron los sesos y la sangre de la limosina en Parkland antes de que el Presidente siquiera fuera declarado muerto; las radiografías y fotografías de la autopsia fueron tomadas desde la morgue; y la limosina fue enviada a la Compañía Ford Motor, desmantelada y completamente reconstruida el 25 de noviembre de 1963 .

Patrones de razonamiento


Los registros difundidos por el Comité de Revisión de Registros de Asesinatos (Assassination Records Review Board, ARRB) han mostrado que Gerald Ford (R-MI), miembro de la comisión, hizo que la descripción de la herida cambiara de “la parte más alta de su espalda” que ya era una exageración, a “la base de su nuca” para hacer la teoría de la “bala mágica” más plausible (Fetzer 1998, p. 177). Y Mantik ha probado ahora que ninguna bala podría haber tenido la trayectoria adjudicada a la “bala mágica” por la intervención de las vértebras cervicales (Fetzer 2000, págs. 3-4). De modo que las explicaciones inmensamente influyentes de la muerte de JFK que la toman por sentado como base – The Warren Report, The House Select Committee on Assassinations Report, y Case Closed de Gerald Posner – no solo son falsas sino que su falsedad es demostrable y ni siquiera son anatómicamente posibles.

La herida en su garganta y las heridas de Connally tienen que ser explicadas sobre la base de otros disparos y otros francotiradores. Ahora sabemos que JFK recibió cuatro disparos – en la garganta de frente; en la espalda desde atrás; y dos veces en la cabeza: en la parte posterior de la cabeza desde atrás y luego en la sien derecha desde adelante . Sabemos que Connally recibió al menos un disparo y que otro disparo no lo alcanzó pero hirió a un transeúnte. Resulta entonces que Michael Baden, M.D. tenía razón cuando observó que si la teoría de la “bala mágica” es falsa, entonces tendría que haber habido al menos seis disparos de por lo menos tres direcciones diferentes. La teoría siquiera es anatómicamente posible y, con al menos un disparo a Connally y otro errado, debió haber habido al menos seis disparos .

La imposibilidad anatómica, por supuesto, es un tipo de imposibilidad física, en la medida que los humanos son vertebrados con vértebras, incluyendo las cervicales. Las observaciones de los médicos de Parkland y Bethesda sobre las heridas fueron sagazmente ocultadas por Arlen Specter, actualmente Senador de Estados Unidos de Pennsylvania, y en aquel entonces asesor junior de la Comisión Warren. Specter no preguntó a los médicos qué habían observado o qué habían inferido de lo que habían observado, sino que planteó una pregunta hipotética: “Si asumimos que la bala entró por la base de la nuca, atravesó el cuello sin impactar ninguna estructura ósea, y salió justo por encima del nivel de la corbata” preguntó, “¿sería ello congruente con describir la herida de la nuca como herida de salida?”. En respuesta a esta pregunta trivial, los médicos respondieron obedientemente que sí lo sería, pero Malcolm Perry, M.D., quien había practicado una traqueotomía a través de la herida y la había descrito tres veces como herida de entrada durante una conferencia de prensa, añadió que no estaba en posición de afirmar o verificar las suposiciones que se le pedían hacer, lo cual por supuesto era cierto .

Los descubrimientos sobre las radiografías, el cerebro y el video de Zapruder también son poderosos. Lo que los hace tan significativos como evidencia es que ninguna de estas cosas podría haber sido hecha por Lee Harvey Oswald, el supuesto asesino, quien estaba encarcelado o ya muerto. Otras teorías pueden también descartarse por fundamentos similares. La Mafia, por ejemplo, no podría haber extendido su alcance hasta el Hospital Naval Bethesda para alterar las radiografías bajo control de los agentes del Servicio Secreto, oficiales médicos de la Marina de Estados Unidos, y el médico personal del presidente. Tampoco los cubanos pro o anti-Castro podrían haber sustituido un cerebro por otro. Ni la KGB, que probablemente tuviera la misma habilidad que Hollywood y la CIA para fabricar películas, podría haberse apropiado del video de Zapruder para alterarlo. Lo que genera la pregunta ¿quién tenía el poder de hacer estas cosas? Considerando lo que sabemos hoy, la respuesta ya no es difícil de discernir. Requirió el involucramiento de los más altos niveles del gobierno norteamericano.

En la medida que la teoría de la “bala mágica” describe la ocurrencia de eventos que son comprobablemente falsos además de físicamente imposibles, el hecho de que no puede ser verdadera está más allá de la duda razonable. Además, el descubrimiento de que las radiografías de la autopsia fueron alteradas, que el cerebro fue sustituido y que el video de Zapruder fue recreado, implican un encubrimiento muy meticuloso y cuidadosamente planeado en el que el supuesto asesino no podría haber estado involucrado. La identificación de más de una docena de indicios de la complicidad del Servicio Secreto significa que la evidencia se ha “asentado” . La probabilidad de evidencia de la hipótesis del asesino solitario siquiera alcanza a cero, ya que implica una secuencia físicamente imposible cuyo valor es nulo . La probabilidad de la evidencia en un escenario de conspiración es, en comparación, extremadamente alta dependiendo de la competencia y poder de aquellos que la llevaron a cabo. De hecho no hay responsable alternativo para la conspiración de gran escala en la muerte de nuestro trigésimo quinto presidente, lo que significa que ha sido establecida más allá de la duda razonable .

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